domingo, 20 de diciembre de 2009

LOS PARECIDOS DEL ROCK ARGENTINO


Cerati es el Sting argentino

Daffunccio es el Roger Waters argentino

Juanse es el Mick Jagger argentino

El Negro García López es el Slash argentino

¿El Pelado Cordera es el Peter Gabriel argentino?

León Gieco es el Bob Dylan argentino

Calamaro quiere ser el Bob Dylan argentino

¿El cantante de la Mancha de Rolando es el Bono argentino?

Spinetta es argentino

Pedro Aznar es el Jaco Pastorius argentino

Pappo es el B.B King argentino

Charly García es el Prince argentino

Charly García es el John Lennon argentino

¿Nito Mestre es el Paul McCartney argentino?

Charly García era el Keith Richards argentino

El ex cantante de Cabezones es el Ozzy Osbourne argentino

El Indio Solari es el Axel Rose argentino

Walter Giardino quiere ser el Steve Vai argentino

Fidel Nadal quiere ser el Bob Marley argentino

Luca es el Sid Vicious argentino

Airbag son los Jonas Brothers argentinos

Alejandro Lerner es el Elton John argentino

¿Adrián Dargelos es el Jim Morrison argentino?

Pescado Rabioso es el Led Zeppelin argentino

Invisible es el King Crimson argentino

La Máquina de hacer pájaros es el Génesis argentino

Serú Girán son los Beatles argentinos

Ricardo Mollo quiere ser el Jimi Hendrix argentino

Sandro es el Elvis argentino

Tanguito y Lito Nebbia son los Rómulo y Remo argentinos

Lisandro Aristimuño es el Thom Yorke argentino

¿El cantante de Cuentos Borgeanos es el Phil Collins argentino?

¿El cantante de El Otro yo es el Kurt Cobain argentino?

Federico Moura es el David Bowie argentino

Miguel Abuelo es el Freddy Mercury argentino

Pedro y Pablo son los Simon & Garfunkel argentinos

¿Pettinato es el Charlie Parker argentino?

¿Claudia Puyó es la Janis Joplin argentina?

¿Jorge Drexler es argentino?

Pity Álvarez solamente puede ser argentino

Messi no puede ser argentino bajo ningún aspecto

Gardel era uruguayo



lunes, 14 de diciembre de 2009

ROCK Y LOCURA: SYD BARRETT


Empecemos por la foto. Syd Barrett mira a la cámara, mira al fotógrafo Barry Plummer, nos mira a nosotros, mira al mundo, mira a los cuerdos, mira a la gente normal (no podría afirmar eso de mi mismo). El pelo desprolijo oculta esos ojos que en sí mismos representan un enigma. Esos ojos negros, o violetas como los describe una vieja novia del ex Pink Floyd, “como agujeros en el cielo”, como dice la letra de “Shine on you crazy diamond”. Podríamos hacer un recorrido entero por la carrera y la vida de Syd Barrett a partir de esta canción que grabó Pink Floyd en el año 1975, luego de su partida del grupo. Hay una anécdota que dice que durante la grabación de este tema se apareció en el estudio un hombre gordo y pelado que tenía las cejas afeitadas. Ese hombre, dicen, era el mismo Barrett que comenzó a dar saltos en el aire ante el espanto de sus ex compañeros.
Pero vayamos por partes. La letra comienza así: “¿Recuerda cuando eras joven? Brillabas como un sol, sigue brillando diamante loco. Hay una mirada en tus ojos, como agujeros en el cielo…”. Syd Barrett conoció a Roger Waters (Rogelio Aguas en criollo) mientras cursaban los estudios secundarios en el Cambridge High School. Este lo invitó a unirse a su grupo The Abdabs, en el que ya tocaba el tecladista Rick Wright. Más tarde sería el mismo Barrett quien propusiera el nombre Pink Floyd inspirado en los nombres de dos viejas glorias del blues (Syd Barrett era un gran blusero): Pink Anderson y Floyd Council. Pese a su corta permanencia en la banda Barrett dejó una huella importante en esa primera etapa del grupo. El primer simple que grabó Pink Floyd para EMI es “Arnold love”, tema compuesto por él. Es una extraña historia pensando en el contexto histórico: Inglaterra, año 1967. Trata sobre una persona que se paseaba por los jardines ingleses robando las bombachas de las mujeres. Y según dicen fue inspirada en un hecho real. “Ahora lo han agarrado, un tipo desagradable, lo han encerrado, portazo de puertas, grupo de presos encadenados”, dice la letra. Esa lírica resultaba totalmente inusual para la época e iba acompañada de unos ritmos hipnóticos. Era la época de Sargent Pepper’s y la psicodelia, pero Floyd estaba un paso adelantado y no tardó en hacerse un lugar en el movimiento underground británico. Especialmente a partir del segundo simple, “See Emily play” (¡el video clip es un delirio!). Rápidamente grabaron su primer álbum The piper at the gates of dawn. Este disco es el punto más alto en la carrera de Syd Barrett que luego comenzaría a perderse, especialmente por su gran afición al LSD, y terminaría siendo desplazado del grupo. Este disco compuesto en su totalidad por Barrett (excepto “Take up thy stehoscope and walk” que pertenece a Roger Waters) nos deja algunas gemas inolvidables para la historia del rock. Abre con “Astronomy domine” cuya letra es totalmente lisérgica. Dice: “Una lucha entre el azul que una vez conociste, flotando hacia abajo, el sonido resuena alrededor de las aguas heladas y subterráneas”. Después tiene otras canciones más simples como “Bike” que es imposible no compararla con los primeros trabajos de Blur. A pesar de su aparente banalidad (“Tengo una bicicleta, úsala si quieres, tiene una cesta, un timbre que suena y cosas que la embellecen”) deja mensajes muy profundos como: “Eres la clase de chica que encaja en mi mundo”. Barrett ya nos habla sobre un mundo al que él pertenece, totalmente ajeno al mundo corriente.
Volvamos a la canción de Floyd que habla sobre ese diamante loco que nunca dejaría de brillar, pese a su ostracismo. La letra sigue: “Te agarró el fuego cruzado de la infancia y el estrellato, llevado por el viento de acero, vamos tú, blanco de risas lejanas, vamos tú, desconocido, leyenda, mártir, y brilla…”. ¿Queda alguna duda de que la canción habla sobre Barrett? El rápido ascenso a la popularidad que tuvo Pink Floyd no pudo ser soportado por él que empezó a mostrar síntomas que lo situaban al borde de la locura. Ya no podía seguir al mismo ritmo que sus compañeros. En una gira por Estados Unidos, en 1968, durante un concierto dejó de tocar la guitarra y se quedó mirando al vacío. La gira tuvo que ser suspendida y comenzaron a preguntarse si Barrett podía seguir tocando. El problema es que él era el principal compositor del grupo. Al principio se sugirió la posibilidad de que su función quedara relegada a la composición y que participara de las grabaciones, pero que no fuera a las giras. Finalmente se incorporó al guitarrista David Gilmour que durante un tiempo hizo de rueda de auxilio a las locuras de Barrett. Tocaba y cantaba todas las partes que le correspondían a Barrett mientras este se paseaba por el escenario y tocaba algo solo cuando tenía ganas. Pero esta alternativa no fue viable por mucho tiempo y un día salieron de gira sin él. Su último aporte directo a la banda sería la composición de “Jugband blues”, que está en el segundo disco de Floyd, A saucerful of secrets. En esta pieza Barrett deja algunos mensajes sobre las cosas que sentía en ese momento, y que lo seguirían acechando por muchos años: “Te agradezco que pienses que estoy aquí, pero estoy obligado a dejarte en claro que no estoy aquí”. Ya no estaba ahí y probablemente no le importaba en lo más mínimo lo que ocurría a su alrededor. Su búsqueda ya no era musical. Su aislación es más gráfica en esta frase de la misma canción: “Me pregunto quién estará componiendo esta canción”. Hay otra canción que no llegó a ser editada, “Vegetable man”, en la que su búsqueda interior queda claramente reflejada: “He estado buscando por todas partes un lugar para mí, pero no está en ninguna parte”.

Pero la carrera de Syd Barrett no se termina acá. En 1969 el músico se contactó con EMI y les propuso grabar un disco solista. Este trabajo se llamó The madcap laughs y lo produjo su amigo David Gilmour quien lo había reemplazado en Pink Floyd. Fue él quien sugirió que los temas fueran grabados sin mucha instrumentación, por eso en la mayoría de las canciones sólo se escucha la guitarra telecaster y la voz (Jerry Shirley de Humble Pie toca la batería en algunos temas). Esto nos permite concentrarnos en las letras y en el genio de Barrett. Algunas canciones alcanzan un nivel de delirio estratosférico. El disco abre con “Terrapin” una balada tristona que dice: “No te veo, pero me encantaría, vuelo por encima de ti”. Deja otras canciones para el recuerdo como “Dark globe”, en la que canta al borde de desafinar sin más acompañamiento que una guitarra acústica: “Solamente soy una persona con una cabeza de esquimal, tatué mi cerebro por todos lados, ¿no me extrañarías? ¿no me extrañarías para nada?”. The madcap laughs tiene algunos temas donde la quimera llega al borde de lo incomprensible como “If it’s in you” (“¿Has pensado en esto? Yo soy ñam ñam y no ñam ñam ñam”) o “Octopus”. Además hay un poema de James Joyce, “Golden hair”. Dentro de su simplicidad es un buen disco en el que el genio de Syd Barrett se nos manifiesta al desnudo. Algo que por momentos se vuelve inquietante.

En 1970 grabaría su último disco solista titulado simplemente "Barrett" (las moscas de la tapa las pintó él) antes de volver a la casa de su madre en Cambridge en la que permanecería recluido por largos años, salvo algunas cortas interrupciones. De este álbum, mucho más arreglado y también producido por David Gilmour, se destaca “Dominoes”, una canción de amor con una letra impresionante: “Tu y yo, tu y yo, y domino”. Y “Waving my armas in the air”: “Ondeo mis brazos en el aire, el amor, mi amor no me preocupa”. Después de esto salvo algunas breves apariciones como la banda The Stars que formó en Cambridge y a la que dejaría plantada en medio de un recital, y aquella inesperada aparición en los estudios donde grababa Pink Floyd, Syd Barrett se recluyó en su ostracismo. Cuando vivía con su madre en Cambridge su viejo amigo, el fotógrafo Mike Rock, le sacaría algunas fotos. Después no hay muchos más registros. Aunque su figura nunca desapareció y siempre estuvo dando vueltas en el aire en toda la obra de Pink Floyd. Además de las canciones “Wish you were here” y “Shine on you crazy diamond”, la figura de su viejo amigo también inspiró obras como Dark side of the moon y The wall. El protagonista de “The Wall” interpretado por Bob Geldof en la famosa película que dirigió Alan Parker está claramente inspirado en Syd Barrett. Roger Waters cuenta que cuando Barrett se había mudado a Londres por 1975 un día fue a su apartamento y encontró a su amigo en un estado deplorable. Eso es la escena de la película en la que hay un plano donde un cigarrillo se va consumiendo entre los dedos del protagonista y la cámara hace un zoom hasta perderse en la oscuridad de esos ojos que son “como agujeros negros”.
Syd Barrett murió el 7 de julio de 2006 de un cáncer pancreático. Les dejo un video del tema "See Emily play", uno de los primeros simples de Pink Floyd del año 1967 cuando Syd Barrett todavía formaba parte de la banda. ¡No se asusten!


Acá les dejo otro video que encontré en Youtube. Es un fragmento de una película de 1967 filmada por Peter Whitehead en la que registra un recital de Pink Floyd en el UFO Nightclub. Participa Yoko Ono y en una escena puede verse a un Lennon en pleno Pepper's dando vueltas entre el público. Una pregunta: ¿Pink Floyd inventó la música electrónica?


lunes, 7 de diciembre de 2009

LA PRIMERA VEZ QUE ESCUCHÉ "EL JARDÍN DE LOS PRESENTES"


Todos tenemos un disco que nos recuerda especialmente a un lugar o una época, casi siempre porque hubo un tiempo en que nos la pasábamos escuchando ese disco (suele pasarme). A veces mientras volvemos a esas canciones aparecen imágenes del lugar donde lo compramos, o el recorrido del bondi que solíamos hacer mientras escuchábamos ese disco o puede ocurrir de manera inversa y que el paisaje urbano haga surgir mágicamente esas viejas melodías. A mi El jardín de los presentes, último disco de Invisible, me remonta a las épocas de Nélida. Déjenme aclarar que no tuve ninguna novia con ese nombre. Nélida fue un trío de jazz-rock (cualquier coincidencia con Invisible no es casualidad) en el que toqué en mis años de adolescencia. Nos juntábamos en lo del baterista, Pico, todos los fines de semanas y hacíamos nuestra música con cierto aire psicodélico hasta largas horas de la noche para desgracia de los vecinos. En los post-ensayo nos quedábamos largas horas escuchando discos en el cuarto de su hermano Emilio que se había ido a dar vueltas por América con Brando, su banda. Cada noche aparecía algo nuevo. En ese cuarto descubrí a Piazzola, Willy Crook, Led Zepellin, Los Socios del desierto... miles de bandas. Una noche después de un ensayo mi amigo puso El jardín de los presentes. Todavía me acuerdo del terror que me causó ver esa tapa: el rostro pálido de esa especie de Cristo con su corona de flores. O el encantamiento en el que caí desde el primer acorde de “El anillo del capitán Beto” (¡tardé años en sacarlo!) hasta la perplejidad que me produjo la frase final: “bienvenidos al jardín de los presentes”. Creo que la dice Machi, aunque no estoy seguro. Hoy mientras escuchaba ese disco de Invisible me acordé de todas estas cosas y eso merecía un post.
El jardín de los presentes fue grabado en 1976 ya con la incorporación de Tomás Gubistch en guitarra que tenía apenas dieciocho años. A diferencia de los dos primeros discos de Invisible el sonido es mucho menos psicodélico y tiene un sonido mucho más tanguero con letras más cercanas a lo urbano, aunque obviamente estamos hablando de Spinetta y no faltan las alusiones al cosmos, el espacio y el alma. En este disco Spinetta tiene un acercamiento mucho más fuerte con la canción, cosa que está prácticamente ausente en los primeros discos de Invisible, y que probablemente en el futuro lo llevaría a buscar nuevos rumbos como solista.
El anillo del capitán Beto: El mito dice que es un homenaje al Beto Alonso, ídolo y capitán de River Plate, equipo del cual el Flaco es hincha, por aquellos años. El título de la canción y la frase “y un banderín de River Plate” ayudaron a acrecentar este mito. Tengo una grabación de un recital de Invisible en el Luna Park del año 1976 y cuando canta esa estrofa gran parte del público (hay que decirlo, Boca es más grande que River) comienza a chiflar y algunos gritan: “¡gallina, gallina!”. Sin embargo, la canción en realidad habla de un personaje que viaja al espacio y allí en medio de la galaxia comienza a sentir la soledad y añorar su pasado en la Tierra. La melodía tanguera que hace la primera guitarra tiene un fuerte aire piazzolino, así como el riff del medio. La canción nos deja frases monumentales con un gran contenido nostálgico: “¿Por qué habré venido hasta aquí, si no puedo más de soledad?”, “¿Dónde habrá una ciudad en la que alguien silbe un tango”. Los libros de la buena memoria: El principio desprolijo me desorienta. La guitarra acústica todavía ensaya unos acordes, y creo que es Pomo el que dice “vamos” y comienza esa especie de blues tímido que suena más a balada. Tiene un acompañamiento de bandoneón ejecutado por Juan José Mossalini que le da un aire más tanguero, si bien en vivo a veces los acompañaba Rodolfo Mederos, uno de los primeros en introducir el tango en el rock. “Aunque habla del alcohol, es una cosa totalmente imaginaria. Por ahí con la palabra licor estoy simbolizando otro tipo de vicios”, decía El Flaco en una entrevista por aquellos años. La parte que más me conmueve es la parte del estribillo que dice: “Parado estoy aquí, esperándote, todo se oscureció, ya no sé si el mar descansará…”. Es impresionante que con sólo tres acordes haya compuesto semejante obra maestra. Hay una versión muy buena con Pedro Aznar en guitarra de mediados de los ochenta que puede encontrarse en youtube.
Alarma entre los ángeles: Es el único tema instrumental del disco y tiene un fuerte aire jazzero. Recordemos la gran influencia que tenía en esos años el guitarrista John Mc Laughlin en la mayoría del espectro del rock argentino que pasaba por su etapa más progresiva. En esta pieza Tomás Gubistch explaya todo su virtuosismo en la guitarra logrando melodías geniales en algunos pasajes. Me acuerdo que la primera vez que escuché el disco creí que era Spinetta el que tocaba la guitarra. No podía creer que tocara tan bien. Igual hay que reconocer que el Flaco también es un gran violero.
Que ves el cielo: Es tal vez la canción que menos suena a Invisible. Su simpleza recuerda a ciertos momentos de Pescado 2 o Artaud. Una canción de amor. Dice: “Hoy tu pollera gira al viento, quiero verte bailar, entre la gente, entre la gente, quiero verte bailar”. Cuando Serú Girán y Spinetta Jade tocaron juntos en aquel recital en Obras en 1980, Charly y Spinetta abrieron el concierto tocando este tema a dúo.
Ruido de magia: Con partes instrumentales que suenan más parecido a la primera etapa de Invisible, es la canción más sinfónica del disco. Los teclados fueron grabados por Gustavo Moretto, ex trompetista y tecladista de Alma y Vida que en esos años era miembro del grupo Alas junto a Pedro Aznar y Carlos Riganti. La canción pasa por varios climas con un desempeño espectacular de Pomo en la batería.

Doscientos años: Una canción en la que Spinetta parece hablar con el mar. Dice: “Una palabra, dame una palabra, sólo una palabra, dame suave brisa, oh brisa de la playa…”. La parte del final con el coro a dos voces cantando “uh-la-la-la-la…” y el acompañamiento de la guitarra eléctrica me pone piel de gallina.
Niño condenado: Spinetta estaba mirando a su perrita y… ¡compuso esta canción! Algo que solo McCartney (“Martha My Dear”) y Spinetta pueden lograr. “Sentí que era casi un ser humano pero que ciertos designios la habían conminado a ser un can”, explicó en una entrevista. El estribillo bien heavy del final remonta a los primeros simples de Invisible (“Elementos leches”, “Estado de coma”, “Lo que nos ocupa es esa abuela…”). Dice: “¡Perdonado, perdonado…!”. El perro representa un ser humano conminado a ser un can, pero a la vez así se salva de la angustia existencial del hombre.
Las golondrinas de Plaza de Mayo: Una de las canciones más hermosas de Spinetta. Si bien el Flaco siempre dijo que no le gustaba la música de protesta, en sus canciones hay un cuestionamiento de la realidad por ahí mucho menos directo que en el caso de otros artistas. Tiene frases como: “Las golondrinas de Plaza de Mayo, observan la gente desde el mismo árbol”, “Y si las observas, entenderás que sólo vuelan en libertad”. En esta canción las golondrinas podrían ser el mismo Spinetta que observan la realidad de un país, como se van sucediendo los hechos en épocas de fuerte violencia política, sin poder hacer nada para cambiarlo. Eduardo Berti le preguntó si la letra guardaba alguna relación con la dictadura militar que había en el país por aquellos años. “Es independiente del golpe, y del momento político. Lo que pasa es que siempre hay un grito de libertad en mis letras”, fue la respuesta de Spinetta que a lo largo de los años se ha cansado de negar todas las interpretaciones políticas que se han hecho sobre su obra.
Yo creo que se puede vivir un tiempo dentro del tiempo, y para mí cuando tenía quince años fue como vivir en los años setenta. Claro que sin la violencia política de esos años, pero puedo afirmar fehacientemente que cuando yo tenía quince años (rondaba el 2002), influenciado por la música que escuchaba seguramente y algún que otro libro que leía, vivía en los setenta. Con mis amigos nos compramos nuestros pantalones oxford que usamos dos o tres veces y después tiramos. Y también hicimos otras locuras que tal vez algún día cuente. Era la época en que nos juntábamos con mis amigos de Nélida en el cuarto de Emilio y escuchábamos Invisible, Pescado Rabioso, Pink Floyd, Led Zeppelin y otras bandas de aquellos gloriosos años. ¿Y a ustedes a qué les recuerda El jardín de los presentes?

sábado, 5 de diciembre de 2009

SPINETTA Y EL RECITAL ETERNO


Si quedaba alguna duda de que Luis Alberto Spinetta es el artista más grande del rock argentino (lo de nacional es un invento de la dictadura, no me gusta, suena muy Mega) ayer el Flaco la sepultó por completo. No voy a hacer una crónica sobre el recital, para eso están los diarios, el Bebe Contepomi y miles de blogs mucho más interesantes que este. Ayer fui la persona más feliz del mundo. En más de un momento se me erizó la piel y si no fuera por mi exceso de racionalismo hubiera llorado desconsoladamente. A continuación solamente voy a escribir algunas breves impresiones sobre el recital que, permítanme decirlo, fue el mejor al que asistí en mi vida.
Un anacoreta en el VIP. Siempre me pregunté el verdadero sentido de la existencia del sector VIP. Probablemente esto se deba a que las empresas organizadoras de recitales sacan un rédito mucho más grande. Ayer fui por primera vez a VIP y además de cruzarme con grandes artistas como: Nicolás Pauls, Alejandro Rozitchner (amigo de Spinetta) y su novia hippie, Boi Olmi, el pelilargo de Cablín cuyo nombre no recuerdo, el guitarrista de Fútbol (gran banda del under porteño), y ser guiado hasta mi asiento por una morocha impresionante, pude disfrutar del recital cómodamente. Salvo por el detalle de que las sillas estaban atadas de a dos y uno no podía moverse. Pero bueno, eso supongo que habrá sido más problema para la rubia infernal que se sentó al lado mío.
Un mañana. El Flaco abrió el recital, luego de una hora de espera, con su banda actual. La solidez del baterista Sergio Verdinelli y la hermosa bajista Nerina Nicotra, acompañadas por los teclados de “el maestro” Claudio Cardone, y por momentos del Mono Fontana, no tienen nada que envidiarle a las bandas eternas. Abrieron con “Mi elemento” y después hicieron “Tu vuelo al fin”.
Spinetta Jade. Si bien esta fue la única banda que no volvió a reunirse verdaderamente ya que sus integrantes subieron al escenario separadamente, hubo un set con Juan del Barrio (“¿de qué barrio es?”, preguntó mi hermano) en el que hicieron temas del primer disco de Jade. Este fue el primer momento del recital en el que se me comenzaron a erizar los pelos de la piel y supe que estaba asistiendo a algo verdaderamente grande. Los temas que interpretaron fueron “Sombras en los álamos” y “Alma de diamante”. También haría algunos temas a dúo con Diego Rapoport, entre ellos “Ella” del disco Kamikaze (hay una versión espectacular del trío femenino No lo soporto), y un set a dúo con Leo Sujatovich con temas del disco Bajo Belgrano (“Era de uranio”, “Vida siempre” y “Maribel se durmió”). También haría algunos temas a dúo con el eterno Mono Fontana que recordaron a los años de Acusticazo, show que montó Spinetta algunos años atrás en el que interpretaba temas de toda su carrera de forma acústica, y que llevó al Teatro Colón en dos oportunidades. Homenajes. Aunque la noche de ayer fue en especial un homenaje al Flaco y a sus cuarenta años de carrera, también hubo momentos para homenajear a otros artistas. Primero hizo “Mariposa de madera” de Miguel Abuelo y confesó que, aunque no adrede, “Muchacha ojos de papel” había sido una copia de esta canción. Después hizo “Adonde esta la libertad” de Pappo, acompañado por Juanse en la voz. Cuando subió al escenario la gente empezó a corear “¡Pomelo, Pomelo!” y por un momento creí que el que había subido al escenario era Capusotto. También subió Fito Páez para hacer “Las cosas tienen movimiento”, una canción suya que el Flaco suele hacer en vivo. Beto Satragni, bajista de Jade, subió para hacer “El rey lloró” de Lito Nebbia. Valentino y Dante Spinetta (groso violero) hicieron “Necesito un amor” de Javier Martinez en versión rap. Gustavo Cerati subió para hacer “Té para tres”, tema que ya habían tocado juntos en vivo cuando Cerati tocó en Pampa y Figueroa Alcorta. Además hizo “Filosofía barata y zapatos de goma”, una canción con un tinte bastante spinetteano, de Charly García y después subió el bicolor para hacer “Rezo por vos”.
Para los de campo que lo miran por TV. El recital tuvo varios intervalos para cambiar los instrumentos. En uno de ellos una persona que estaba en el campo intentó colarse al VIP. Aparentemente un patovica lo agarró y le dio una buena golpiza. La gente empezó a corear: “Hijo de puta…”. Al rato la gente (los que estaban en el campo) empezó a cantar: “El que no salta es del vip”. Yo obviamente, no salté. Estaba muy cómodamente sentado. Enseguida fueron con otro cantito: “Votaste a Macri, la puta que lo parió”. Respuesta: no, no vote a Macri, simplemente me gusta Spinetta y pagué un poco más para disfrutar tranquilo del recital y no con un pelotudo al lado como usted. Aclaración: no dije eso, pero lo pensé y también pensé otras cosas más, pero me lo guardo.
Artaud. Luego de interpretar “Té para tres” de Soda Stéreo, subió el hermano de Luis, Gustavo Spinetta para interpretar “Bajan” y “Cementerio club”. Estos dos temas pertenecen a Artaud, disco que aunque está firmado como Pescado Rabioso, es un disco solista de Spinetta y en el que grabaron, además de algunos músicos de Pescado, su hermano Gustavo y sus ex compañeros de Almendra. “Cemenerio club” sonó espectacular con un sonido muy fiel al del disco de 1974.
Spinetta frontman. Muchos se imaginan que Spinetta, tal vez por la complejidad de su música o su lirismo, es un tipo serio y aburrido. En verdad esto no es así y quien lo ha visto en vivo sabe que tiene un genial sentido del humor. De todos modos ayer me sorprendió por su facilidad para dialogar con el público teniendo en cuenta que el Flaco suele tocar en lugares más chicos, de hecho no sé si esta era la primera vez que hacía un recital en un estadio. Y bueno, Spinetta es… un genio. Las bandas eternas I. La primer banda eterna en reunirse en el escenario fue Los Socios del desierto, tal vez la banda con perfil más bajo que tuvo el Flaco, con la que tocaba en teatros chicos, pero una de las mejores claramente. Primero homenajearon al Tuerto Wirtz, gran baterista de los Socios que murió en el 2008. El lugar de la batería lo ocupó Javier Malosetti. Hicieron “San Cristoforo”, “Bosnia” y “Nasty people”.
Las bandas eternas II. Después fue el turno de Invisible. “La cagada de este recital es que todo el tiempo vas a querer que venga la otra parte”, dijo mi hermano antes de que empezara el show (aclaración: mi hermano fue a campo). Era inevitable estar escuchando Jade y no decir: “uy, ahora viene Invisible”, “uy, después viene Pescado”. Creo que de todas las bandas eternas es la que más quería volver a escuchar. Pero no creo que haya sido la mejor. Seguramente porque los temas son mucho más complejos que los de Pescado y Almendra. Además la mayoría de las canciones, salvo en El jardín de los presentes, tienen una influencia progresiva y de jazz-rock que pertenecen a la época en la que tocaron y que son difíciles de reproducir de la misma manera hoy (o tal vez porque en esa época el Flaco se las pasaba tomando ácido). También es verdad que es muy diferente tocar en una formación trío donde no están los arreglos de teclados o de otras guitarras. Eso no quita que varias personas (entre ellas yo) se hayan dado el gusto de escuchar una banda que jamás imaginaron que escucharían: los redobles de Pomo, la voz agudísima de Machi (que se mantiene intacta), el bajo pesado, esas canciones interminables con mil cambios de ritmo y riffs impresionantes. Bueno, sueño cumplido. Hicieron “Durazno sangrando”, “Jugo de lúcuma” (1.Sonó igual que en el disco, 2.Nunca creí que iban a tocar este tema, 3. ¡Grande Flaco!), “Niño condenado”, “Lo que nos ocupa es esa abuela (la conciencia que regula el mundo)”. Cerraron con “Amor de primavera” (de Tanguito) acompañados por Lito Epumer, mi guitarrista favorito y gran olvidado del rock, ex Madre atómica y Jade, que actualmente toca en un trío de jazz-rock y blues con Machi Rufino.
Las bandas eternas III. Llegó el turno de Pescado. A mi gusto fue una de las bandas que mejor sonó, si bien el sonido de Almendra fue muy fiel al de su época. Black Amaya la rompió en la batería con sus bases simples y bien firmes, Cutaia subido a un órgano antiguo, bien fiel a las épocas de Pescado, le dio sin miedo, Lebón ascendió a la guitarra. Los acompañó Guillermo Vadalá en bajo. Abrieron con “Poseído del alba” y después hicieron “Mañana o pasado” que cantó Lebón, ambos temas del disco Pescado 2. Después hicieron “Serpiente (viaja por la sal)” y “Credulidad”. Y no podían faltar los potentes “Me gusta ese tajo”, con participación de Bocón Frascino en guitarra (¿el Angus Young argentino?) y “Post-crucifixión”. Las bandas eternas IV. Seguramente esta fue la banda más importante de Spinetta. Por haber sido la primera, una de las bandas fundacionales del rock, y además la banda que lo vio crecer. Por eso, a mi me dio la sensación de que el regreso más ansiado para el Flaco era este. Subieron al escenario de a uno: Emilio Del Guercio con una gorra, Edelmiro Molinari con una barba larguísima blanca y Rodolfo García con el pelo blanco que le cubría toda la espalda. Abrieron con “Color humano”. Apenas Edelmiro empezó a tocar la melodía distorsionada me di cuenta que es uno de los mejores guitarristas de nuestro rock. Están los guitarristas que son buenos pero que no son únicos, es decir que pueden ser imitados con un poco de estudio. Después están los genios como Hendrix que son únicos, que nunca nadie los va a poder igualar por más que estudie diez horas al día. Edelmiro es uno de ellos. Después hicieron “Fermín” cantada por Emilio Del Guercio. Una cosa que siempre pensé mientras escuchaba los discos de Almendra es que todos tenían una voz parecida. La voz de Edelmiro es un poco más grave, pero Emilio y Spinetta, más aún en esos años, tenían un estilo muy similar. Después vino “A esos hombres tristes”, el tema que más me gusta de Almendra. El principio de batería y como entra la guitarra de Edelmiro me rompe la cabeza. Hubo tiempo para “Hermano perro” y al final pasó lo que nunca me había imaginado: ¡el Flaco volvió a tocar “Muchacha ojos de papel”! Spinetta agarró la acústica, le dedicó la canción a su madre y acompañado por el excelente coro de sus viejos compañeros interpretó la canción que supo ser publicidad de una marca de jabón en los sesenta (¡se imaginan a Axel convirtiéndose en Spinetta!). Lejos, fue la mejor canción de la noche. Casi lloro. Pero todavía no terminaba.
Mañana es mejor. Todos sabemos que Spinetta es un tipo al que le gusta ir para adelante. Por más buenos discos que haya hecho eso no lo deja tranquilo y siempre busca progresar musicalmente. De hecho, en mi opinión Para los árboles es uno de los mejores discos de su carrera. Después de la increíble vuelta de sus bandas eternas Spinetta volvió al escenario para hacer canciones nuevas. Tocó “8 de Octubre” junto a Ricardo Mollo, dedicado a las víctimas de la Tragedia de Santa Fé. Aprovechó para mandarles un “fuck up” a los de Rolling Stone. Este gesto me pareció un gesto innecesario, es entendible el enojo de Spinetta a quien además no le gusta mucho figurar en las revistas, pero tampoco esta revista es tan importante para que cincuenta mil personas le hagan fuck you. Finalmente tocó los hits “Seguir viviendo sin tu amor”, “Yo quiero ver un tren” y “No te alejes tanto” (solo impresionante de Baltasar Comotto). Pudiese haber tocado cincuenta temas más si quería y la gente lo hubiese escuchado impasible, ¡si lo escucharon por cinco horas y media! Solo Spinetta puede lograr eso. Y ayer se consagró como el artista más grande del rock argentino. De eso no quedan dudas.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Entrevista a Contraluz


Ya se escuchaba la música cuando me iba acercando con el auto. Me paré frente al portón y espere a que me abrieran. A la izquierda se veía el quincho donde está ubicado el estudio de grabación de Contraluz. Carlos Barrio, guitarrista y flautista de la banda, me había dicho que estuviera ahí a la una y media. “Vengo a entrevistar a Contraluz”, le dije a la chica que me abrió. Afuera del estudio estaba Jaime con todos sus teclados. La chica (supuse que era la hija de Carlos) me acercó una silla y me dijo que me sentara. Si bien no escuchaba casi nada (solo la voz de Jaime y los golpes de batería) me senté y escuché la canción que se prolongó por casi diez minutos. La letra mencionaba a King Kong en una parte y después decía algo así como: “la música es la lengua de los pueblos, la música es la puerta de los cielos…”. La lírica de la banda se mantiene intacta, pensé.
Contraluz fue una de las primeras bandas de rock progresivo de la Argentina a comienzos de los años 70. Con un sonido novedoso para la época, muy influenciados por Jethro Tull, comenzaron a ganar popularidad luego de su participación en los festivales B.A Rock I y II junto a bandas como Almendra, Los Gatos y Manal. Su primera formación tenía a Carlos Barrio en guitarra, Néstor Barrio en batería, Freddy Prochnik en bajo, Alejandro Barsi en flauta y Álvaro Cañada en voz. En 1973 grabaron el disco Americanos y se separaron en 1974 luego de que el simple Que tu voz se escuche sea censurado por el gobierno peronista. En 1995 volvieron a juntarse sin Barsi y Cañada, y con la incorporación de Jaime Fernández Madero en voz y teclados. Desde entonces han grabado dos discos: El pasaje y Ramos generales.
Cuando terminó la canción Jaime me saludó y me preguntó quién era. Entonces le conté que estaba ahí para entrevistar a la banda. “Ah, creí que eras el novio de una de las chicas”, dijo. En ese momento salieron del estudio los demás músicos y me invitaron a que pasara así escuchaba como había salido la toma. El clima que había dentro del estudio era bien diferente al que había afuera, hacían por lo menos treinta y cinco grados centígrados. “Al final yo soy el proletario del grupo”, dijo Jaime con la cara que le sudaba. “¿Cómo es esto? Por lo general el cantante es al que mejor tratan”, dijo. Santiago me dio unos auriculares y me dijo que me sentara en una silla que estaba contra la pared. Santiago, el hijo de Carlos, es quien maneja el estudio. “No te muevas mucho que hace ruido”, me dijo. Así que me senté y escuché como hacían otra toma de “Cajita musical”.
Un periodista es, en términos maradonianos, poco más que un boludo. Por eso durante las largas horas de grabación intenté mantenerme lo más callado posible. De todos modos yo no soy exactamente un periodista. Soy blogger que no es lo mismo que ser flogger, aunque no viene al caso. En la pared del estudio había un afiche viejo que decía “Baile en el Colegio Nacional de Buenos Aires: Vox Dei y Contraluz”. Cuando terminó la toma los músicos (en especial Carlos) se mostraron disgustados con la interpretación de “el batero”. Discutieron un rato. Ninguno aceptó haberse equivocado. El periodista, que entendía perfectamente cuál había sido el error, se quedó callado siguiendo con su teoría maradoniana: el periodista (o el blogger en este caso) no pincha ni corta. El tema sonaba cada vez mejor, aunque después de un cierto número de tomas, tal vez por el cansancio, decayó un poco. La sesión se prolongó hasta las seis de la tarde, con un breve recreo para comer unas milanesas (los músicos, y el periodista, se abalanzaron sobre ellas), durante las cuales el periodista escuchó pacientemente las sucesivas tomas de “Cajita musical” y más tarde de “Hijos de América”.
“Bueno, me voy a ver el partido de Del Potro”, dijo Jaime, el más castigado por el caluroso día. Y se fue. Sin embargo, hay que aclararlo, en un momento de la sesión el aire acondicionado había empezado a chorrear agua por lo cual nos vimos obligados a apagarlo. Y el resto de la sesión fue algo así como estar en el mísmisimo infierno.
-¿Cómo surgió la vuelta de Contraluz?
-C:
Yo tenía muchas ganas de volver a tocar y entonces se lo dije a Punsi y a Freddy. Quería grabar temas viejos que me habían quedado de la primera época. Y entonces nos juntamos en la casa de Néstor con equipos prestados a ver qué pasaba, nosotros no teníamos nada. Poco a poco fuimos empezando a juntarnos y fue surgiendo la idea de grabar eso en un disco. De la formación original estaban Néstor en la batería y Freddy en el bajo, y lo llamé a un amigo, Jaime Madero, que tocaba el piano y primero no quería saber nada. “No, ustedes son muy profesionales, yo no tengo ni idea, nunca toqué en una banda”, decía. Y al final vino, se entusiasmó, se compró unos teclados y fue surgiendo esto que se fue ensamblando de a poco. Entonces hicimos este primer disco muy casero en el estudio de un amigo nuestro. Y salió algo bastante lindo que se llamó El pasaje y a partir de ahí se consolidó la banda.
-¿Qué pasó con los demás integrantes de la banda?
-C:
El cantante, Álvaro Cañada, se fue a vivir a España. Habíamos tenido dos flautistas y saxofonistas. Barsi, que se fue a vivir al Bolsón, y otro que se llamaba Gustavo Dinerstein, que se estaba dedicando de forma muy profesional a la música. Entonces la flauta la asumí yo. Después había una segunda guitarra, Jorge Guarnieri, que también se fue a vivir al Bolsón. Así que la banda quedó reducida a nosotros cuatro.
-En El pasaje incluyeron La suite que era una obra que habían hecho en los 70’.
C:
Exactamente. Está metido en varios temas. Uno es “El gigante”, otro es “Claridad” y después una parte muy larga de un tema que se llamó “Exilio en el espacio”. Eso formaba parte de una vieja suite que habíamos armado en los 70’, pero que nunca llegamos a grabar. Después también compuse El pasaje que es un tema nuevo muy sinfónico. Así que principalmente eran temas míos esos. Después había un tema de Freddy y nada más. Hay un gran cambio en Ramos generales donde ahí ya componemos los tres.
-¿Cómo es tocar rock progresivo en esta época donde no hay muchas bandas de rock que tocan progresivo?
-C: Sí, puede ser. Ahora si vos escuchas, es difícil definir a Contraluz porque creo que es un poco de todo. Hay una vertiente bastante sinfónica, pero también hay una vertiente bastante libre.
-Después graban Ramos generales que es un disco mucho más maduro.
-C: Bueno, yo digo que Contraluz varía porque empieza a componer Jaime. Hasta El pasaje a lo mejor era el viejo Contraluz, además porque tiene muchos temas míos viejos. Y en Ramos generales se define más la banda. Ahí dividimos en tres compositores, claramente, tres, tres, y tres. Y nadie cede un centímetro.
F: Vamos cronometrando. Vos tenes un minuto más de tiempo, ¡te vamos a cortar parte del tema!
C: Y bueno, Punsi también tiene sus letras que ya es una tradición.
-En Wikipedia Contraluz aparece como la primera banda de rock progresivo en Argentina.
-C: ¿Ah sí? Que ocurrencia. Puede ser si se considera por ahí a Americanos como rock progresivo. No sé qué es progresivo, ¿que progresa?
-N: No, eso viene de mucho tiempo atrás cuando había música bailable y música progresiva.
-F: Era como un enfrentamiento Ñuls contra Rosario Central eso. Vos eras comercial, no te acerques a mí que soy progresivo.
-C: Hacemos cosas más libres, hacemos cosas más de avanzada, eso era el progresivo. Y después de ahí se desprende el rock sinfónico.
Contraluz se formó a fines de los sesenta cuando Carlos, Néstor y Freddy todavía iban al colegio secundario. “Empezamos como banda comercial”, dice Freddy. “Escuchábamos Los Beatles, La joven guardia, Los gatos que ya era música bastante avanzada en esa época”, dice Carlos. “El objetivo era terminar tocando en una fiesta”, dice Freddy.
-¿Cómo es que llegan a tocar en B.A Rock?
-C: Peter Malenchini nos llevó a B.A Rock I, que era muy amigo de los de Almendra. El nos recomendó. Tocamos un día de semana con Barsi, y tocamos temas tarareados porque no tenían letra. Y ahí fue como un shock para la gente escuchar algo tan distinto realmente en la Argentina. Y bueno ahí la pegamos bastante.
-¿Cómo llegan a grabar el primer disco Americanos?
-C:
Tuvimos la suerte que nos pudimos comunicar con Jorge Álvarez, que era el productor que estaba produciendo a Sui Generis. Entonces un día alquilamos el Auditorio Kraft, un sábado a la tarde alquilamos ese teatro para que Jorge nos viniera a escuchar.
-N: Y Billy Bond, Medina y Cubero…
-C: Tocamos y Álvarez se fue y dijo “sí, graban”. Entonces grabamos en EMI-Odeón. Y de golpe tuvimos mucha suerte, porque justo enganchamos una movida de EMI del rock digamos más progresivo. Eso fue muy bueno porque nos llevó a la radio, nos llevó a que se escuchara más el disco. Entonces ahí nos hicimos bastante conocidos.
-¿Y tocaban mucho en esa época?
-C:
Sí tocábamos muchísimo. Tocamos con Almendra, tocamos con Vox Dei, tocamos con Vivencia, Sui Generis, León Gieco.
-N: Hicimos un recital en La Plata con el estadio lleno hasta las tetas con León Gieco y Sui Generis.
-C: Bueno, Gieco fue telonero nuestro en el Auditorio Kraft.
-N: Nos pedía por favor si lo dejábamos tocar.
-C: Recién había llegado Gieco a Buenos Aires. Vino y subió con la guitarra y la armónica.
-Las letras de Contraluz tenían un contenido social importante. ¿Tuvieron problemas con eso en los recitales?
-C: En los recitales no. Tuvimos problemas con el segundo simple. Después del disco Americanos salió un simple que se llamó Que tu voz se escuche que fue malinterpretado en una época política donde ya había bastante violencia de la subversión y la represión. Y entonces el gobierno peronista nos prohibió el tema. Y eso fue algo bastante duro para nosotros porque era un disco como medio hitero que iba a ser el anticipo del nuevo long play. Eso nos frustró muchísimo. Lo prohibieron, entonces después pusieron el lado B.
-F: Que era el mejor de los dos temas, ¡el que escribí yo! Imaginate que en esos simples el lado B no existía, estaba porque del otro lado había que poner algo.
-¿Por qué se disolvieron?
-C:
Yo creo que el tema de la censura nos perjudicó bastante. Nos desmotivó y después vino la colimba, Néstor se fue a hacer la colimba, se complicaron más los ensayos y ahí se hizo más difícil seguir tocando. Entonces yo creo que quedó algo pendiente y por eso la vuelta. Desde otro lugar porque claro que ya no tenemos ni la edad ni la popularidad que teníamos en ese momento.
­-¿Y cuál es ahora la idea de este nuevo Contraluz?
-C:
Nuestro objetivo es grabar y tocar. Mantener el nivel de la banda sabiendo que estamos en la historia del rock. Si después a la gente le gusta o si más gente quiere escucharnos, mejor. Pero no tenemos una expectativa en ese sentido. Además para nosotros es difícil llegar a un recital, los temas son muy complejos y el tiempo es escaso. Entonces nosotros también le ponemos cierta traba a nuestra difusión. La otra vez nos llamaron para ir a tocar a Comodoro Rivadavia, pero es todo un laburo, llevar los equipos, es tomar la decisión de irte un fin de semana.
-F: O cuando estábamos por ir al festival de Bolsón que estábamos que sí que no…
-N: Al final se suspendió el recital. Iban a estar Pedro y Pablo, Contraluz, León Gieco, todos los de esa época. Y al final no se hizo nada. Varias veces se nos dio la fantasía de alquilar un colectivo, metemos todos los equipos ahí, un sonidista, y nos vamos a dar una vuelta por la Patagonia. Bolsón, Bariloche, Esquel. Le decís a alguien que te organice cuatro cosas y sería divertirse como nunca. Tal vez algún día lo hagamos.
Finalmente termina la entrevista. Salimos del quincho y nos dirigimos hacia el portón, el mismo en el que esperé a que me abrieran seis o siete horas atrás, antes de haber escuchado las nuevas canciones de Contraluz y haber comido algunas milangas entre otras cosas. “¿Qué vas a hacer con esto?”, pregunta Carlos. “Lo voy a subir a un blog, aunque podría vendérselo a Rolling Stone ¿no?”, le digo. “Ah, ¿la revista Pelo no existe más?”, dice Freddy.