miércoles, 31 de marzo de 2010

No te entusiasmes tanto


Es imposible no entusiasmarse con cualquier realización de Larry David. Ante el aburrimiento que me provoca la última temporada de Lost, donde el concepto de ciencia ficción se convirtió en algo similar a cuando nuestros padres nos contaban cuentos y tenían que explicarnos cada detalle, me bajé la primera temporada de Curb your enthusiasm (No te entusiasmes tanto, en castellano). En dos aspectos se parece Lost al acto paternal de leer cuentos en la cama. En primer lugar porque implica sueño garantizado. Segundo: la aparición de personajes “falopa” (Passarella dixit) cuya función es explicar todos los misterios escondidos en las temporadas anteriores es símil al del padre que tiene que explicarle todo al hijo que no entiende nada. Parece una tomadura de pelo, o los guionistas se quedaron sin ideas, o piensan que somos boludos (el hecho de haber llegado hasta acá amerita la utilización de ese calificativo) o nunca nadie tuvo la más puta idea de qué era lo que pasaba en esa isla y ahora alguien tiene que darle una explicación, aunque esto sea imposible. Ante este oscuro panorama la serie de Larry David apareció en mi vida como una forma de no pegarme un tiro por haber pasado los últimos dos meses de mi vida haciéndome preguntas existenciales del tipo: ¿quién es Jacob? ¿Acaso Jacob es Dios? ¿La isla es el infierno? ¿Qué es el humo negro? ¿Por qué Richard no envejece? ¿Jack es medio gay y por eso nunca se coge a Kate? ¿Por qué Sawyer no actúa en “Botineras”? ¿El pelado Widmore actuaba en Himan?
Si la vida no tenía sentido, vuelve a tenerlo después de ver la serie de Larry David. El protagonista, que es el mismo L.D, tiene la extraña habilidad de tomarse las cuestiones más horribles de la vida (o estúpidas, depende desde donde se las observe) de manera graciosa. Desde asistir al velorio de un pariente lejano, irse de un restaurante para ir al baño porque no quiere saludar a una persona, o ser echado de una farmacia por intentar sobornar al farmacéutico. Pero Larry David no está preocupado en las grandes preguntas de la humanidad, son los pequeños convencionalismos y valores de la sociedad lo que cuestiona todo el tiempo. Como cantar el feliz cumpleaños, si el horario límite para llamar por teléfono son las 10 o las 10:30, que los pacientes de un consultorio sean atendidos por orden de llegada y no por turno, que no se pueda usar el baño para discapacitados pero ellos sí puedan usar el nuestro, etcétera. En fin, Larry David es incapaz de tolerar la más mínima imposición social y ante el más pequeño atisbo de convención es capaz de hacer un escándalo. La vida es una mierda, sí, de eso no quedan dudas, pero hay que luchar para que los demás sepan que no se trata de un juego para boludos. En eso Larry David es un guerrillero incapaz de dejar pasar el más mínimo convencionalismo sin hacer un quilombo que deje todo patas para arriba. Se niega a aceptar lo establecido, pero siempre hay una broma para ello. Uno de los capítulos más graciosos es el que un judío lo acusa de nazi por silbar una melodía de Wagner. Al final del capítulo Larry David despierta al hombre con una orquesta entera en el jardín de su casa tocando una sinfonía de Wagner y con él como director de lujo.
La sitcom está producida de manera muy simple. Algunas cámaras portátiles, un elenco estable reducido: el mismo Larry David, su representante Jeff Garlin, y su mujer ficticia Cheryl Hines, que guarda varios parecidos con su mujer en la vida real, como por ejemplo su fanatismo por la lucha ambiental. Es interesante que los diálogos se den de forma improvisada. El director da algunas indicaciones de cómo será la escena y a partir de eso los actores improvisan y ahí es donde aparece la genialidad de Larry David que no es precisamente un gran actor y simplemente hace de sí mismo. Si bien él dice que el personaje de la serie no es totalmente autobiográfico.
No es casualidad que Woody Allen lo haya convocado para ser el protagonista de su última película Cualquier cosa funciona. Aunque luego de ver la serie me parece que Larry David es Woody Allen a la enésima potencia. No tiene problemas en hacer chistes sobre discapacitados, ciegos, judíos o negros. Y el humor de Woody Allen es mucho más metafísico. Larry David discurre sobre lo terrenal, la peor desgracia de la humanidad no es que nos vamos a morir sino tener que cantar el feliz cumpleaños o tener que bancarse a la familia de tu mujer en un velorio. Y tiene razón. Por eso No te entusiasmes tanto me entusiasma tanto. Es una manera de agregarle risas a esta existencia llena de convencionalismos tan estúpidos. Y el peor de todos es tener que terminar de ver la última temporada de Lost, algo más triste que ver un partido de Boca y que da ganas de tirarse de un séptimo piso. Por suerte mientras tanto existe Larry David.

5 comentarios:

el nuevo dijo...

jaja genial, hace tiempo que tengo ganas de verla, ahora que me hiciste acordar la voy a ver cuando termine con Breaking Bad.
Como estuvo el sábado? me fue imposible asistir.
Abrazo

El anacoreta dijo...

Te la recomiendo ampliamente. Estuvo muy bueno el sabado, me fallaste te esperaba ahi... jaja. Sera la proxima.

Anónimo dijo...

El tipo ese es un genio. Vi todas las temporadas de Curb your enthusiasm y tengo gana de verlas otra vez.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Hernán dijo...

Che no conocía la serie esta.. me voy a bajar uno caps a ver que onda..

Ta bueno el blog!