Encontrarse con bandas que te rompan la cabeza o te ericen la piel se ha convertido en un fenómeno cada vez menos frecuente. Ante la quietud de la escena local (no quiero ser mufa, pero si le pasa algo a Cerati estamos en el horno) y la aparición de bandas que representan solo un engranaje más dentro de la máquina clonadora en que se ha convertido la industria musical, especialmente a partir del crecimiento hiperbólico del poder de las discográficas y el hecho que ya no salgan cracks como John Lennon, L. A. Spinetta o Charly García que, así como Maradona la pisaba en dos baldosas, te hacían una obra maestra con dos o tres acordes. Ya no hay discos como Artaud, el Album blanco o Piano bar. Con la dictadura de los hits las bandas la pegan con una canción. La gente ya no se acuerda de los músicos (mucho menos de los discos) sino de las canciones, si es que no se las lleva el viento. Y en algunos casos son más famosas las versiones que hacen las hinchadas de los clubes de fútbol que las propias versiones originales. En otros casos luego de uno o dos éxitos viene el ostracismo. Sino pregúntenle a Joaquín Levinton. Por otro lado, el disco se ha vuelto un objeto obsoleto con la aparición de internet, taringa, rapidshare y el ipod. Todo el ritual que escondía la compra de un disco: escucharlo todos los días durante meses, aprenderte las canciones de memoria o repasar mil veces las fotos de quienes eran tus ídolos, hoy es algo exclusivo de unos pocos freaks. Podemos con esto declarar, parafraseando a Nietzsche, la muerte del disco.
Todo lo que dije fue al pedo y podemos olvidarlo si escuchamos el último disco de Dirty projectors, Bitte orca, editado en 2009. La banda oriunda de Brooklyn liderada por Dave Longstreth fue formada en 2002 y tiene la particularidad de que sus discos pueden escucharse de principio a fin. Además de incluir canciones increíbles con melodías que se te pegan y no podes dejar de tararear en el colectivo, cuando caminas o en medio de una clase aburrida, los Dirty projectors se permiten en este nuevo trabajo mezclar todo tipo de géneros. Además, hay reminiscencias de miles de bandas. Aparece el folk de Neil Young, los coros africanos tipo Peter Gabriel, la melancolía tecno de Radiohead, el power melodioso de un David Bowie, los coros veraniegos al mejor estilo Beach boys, entre otros. El resultado de esta coctelera difícilmente no produzca alguna clase de reacción en la cabeza de cualquier ser normal o que aún sienta algo con la inyección de melodías por sus oídos. Así, es difícil elegir Bitte orca para un momento específico, porque de canciones que te hacen bailar como “Cannibal resource” y “Stilness is the move” pasamos a canciones para llorar y deprimirse como “The bride” y “Fluorecent half-dome”. Incluso dentro de la estructura de las mismas canciones hay que lidiar con una esquizofrenia no recomendable para cardíacos, y mucho menos para aquellos que poseen un estado de ánimo tan inestable como la cotización del euro.
La paradoja más grande se encuentra en el nombre de la banda: Dirty projectors. Porque el sonido de la banda no tiene nada de sucio, más allá de algunas guitarras distorsionadas que remiten a Jimmy Page, como las que se escuchan en “The bride”. La primacía de guitarras acústicas, arreglos de violines, así como la voz pulcra de Dave Longstreth y los coros histriónicos de Amber Coffman y Haley Dekle marcan la tendencia de la banda, secundados por sonidos de sintetizadores o baterías electrónicas en algunas canciones.
“Stilness in the move”, que es el hit del disco, y uno de los más bailables, además de dejarte tarareando como un boludo, tira algunos aforismos cuasi borgeanos que no podemos dejar pasar así nomás como vemos pasar los autos por la avenida: “¿no es la vida debajo del sol un sueño loco? ¿No es la vida un espejismo del mundo antes del mundo?”. Y también algunas preguntas existenciales: ¿por qué estoy acá y no allá? ¿Dónde empieza el tiempo? ¿Dónde termina el espacio? Como para quedarse pensando un rato ¿no?
El mutismo pop del grupo de Brooklyn deja un espacio, también, para las canciones de amor o desamor, que en realidad son lo mismo. Dentro de un clima extremadamente depre “Fluorecent half-dome” dice: “voy a buscar en los ojos de todos, y cuando finalmente te encuentre, ¿me daré cuenta?”. O el piropo incluido dentro de “Two doves” (no pruebe esto en su casa, probablemente reciba una trompada): “tu pelo es como un águila, tus dos ojos son como dos palomas”. Es probable que al encontrarse con la sinceridad existencialista de “The bride” todo cambie y se vuelva menos lindo: “nadie tiene un buen motivo para vivir”.
Dirty proyectors no tiene escrúpulos en mezclar todo: el amor con la muerte, preguntas existenciales con ritmos bailables, folk y tecno, guitarras acústicas y sintetizadores, Yes con Beyoncé, Neil Young y Radiohead. Su música es el mejor ejemplo de que en este mundo hay que ensuciarse las manos, que se trata de un proyecto sucio (una proyección sucia, mejor dicho). ¿Eso explica el nombre de la banda? En esta quietud, donde no pasa nada, donde no aparece nada nuevo, donde se clonan bandas como si fueran ratas, esta bueno encontrarse con bandas como Dirty projectors, que nos dice: “la quietud es el movimiento”. Y queda claro que ellos de quietud no entienden nada.
Todo lo que dije fue al pedo y podemos olvidarlo si escuchamos el último disco de Dirty projectors, Bitte orca, editado en 2009. La banda oriunda de Brooklyn liderada por Dave Longstreth fue formada en 2002 y tiene la particularidad de que sus discos pueden escucharse de principio a fin. Además de incluir canciones increíbles con melodías que se te pegan y no podes dejar de tararear en el colectivo, cuando caminas o en medio de una clase aburrida, los Dirty projectors se permiten en este nuevo trabajo mezclar todo tipo de géneros. Además, hay reminiscencias de miles de bandas. Aparece el folk de Neil Young, los coros africanos tipo Peter Gabriel, la melancolía tecno de Radiohead, el power melodioso de un David Bowie, los coros veraniegos al mejor estilo Beach boys, entre otros. El resultado de esta coctelera difícilmente no produzca alguna clase de reacción en la cabeza de cualquier ser normal o que aún sienta algo con la inyección de melodías por sus oídos. Así, es difícil elegir Bitte orca para un momento específico, porque de canciones que te hacen bailar como “Cannibal resource” y “Stilness is the move” pasamos a canciones para llorar y deprimirse como “The bride” y “Fluorecent half-dome”. Incluso dentro de la estructura de las mismas canciones hay que lidiar con una esquizofrenia no recomendable para cardíacos, y mucho menos para aquellos que poseen un estado de ánimo tan inestable como la cotización del euro.
La paradoja más grande se encuentra en el nombre de la banda: Dirty projectors. Porque el sonido de la banda no tiene nada de sucio, más allá de algunas guitarras distorsionadas que remiten a Jimmy Page, como las que se escuchan en “The bride”. La primacía de guitarras acústicas, arreglos de violines, así como la voz pulcra de Dave Longstreth y los coros histriónicos de Amber Coffman y Haley Dekle marcan la tendencia de la banda, secundados por sonidos de sintetizadores o baterías electrónicas en algunas canciones.
“Stilness in the move”, que es el hit del disco, y uno de los más bailables, además de dejarte tarareando como un boludo, tira algunos aforismos cuasi borgeanos que no podemos dejar pasar así nomás como vemos pasar los autos por la avenida: “¿no es la vida debajo del sol un sueño loco? ¿No es la vida un espejismo del mundo antes del mundo?”. Y también algunas preguntas existenciales: ¿por qué estoy acá y no allá? ¿Dónde empieza el tiempo? ¿Dónde termina el espacio? Como para quedarse pensando un rato ¿no?
El mutismo pop del grupo de Brooklyn deja un espacio, también, para las canciones de amor o desamor, que en realidad son lo mismo. Dentro de un clima extremadamente depre “Fluorecent half-dome” dice: “voy a buscar en los ojos de todos, y cuando finalmente te encuentre, ¿me daré cuenta?”. O el piropo incluido dentro de “Two doves” (no pruebe esto en su casa, probablemente reciba una trompada): “tu pelo es como un águila, tus dos ojos son como dos palomas”. Es probable que al encontrarse con la sinceridad existencialista de “The bride” todo cambie y se vuelva menos lindo: “nadie tiene un buen motivo para vivir”.
Dirty proyectors no tiene escrúpulos en mezclar todo: el amor con la muerte, preguntas existenciales con ritmos bailables, folk y tecno, guitarras acústicas y sintetizadores, Yes con Beyoncé, Neil Young y Radiohead. Su música es el mejor ejemplo de que en este mundo hay que ensuciarse las manos, que se trata de un proyecto sucio (una proyección sucia, mejor dicho). ¿Eso explica el nombre de la banda? En esta quietud, donde no pasa nada, donde no aparece nada nuevo, donde se clonan bandas como si fueran ratas, esta bueno encontrarse con bandas como Dirty projectors, que nos dice: “la quietud es el movimiento”. Y queda claro que ellos de quietud no entienden nada.
8 comentarios:
aguante cerati, que decis chabon?? le pasa algo a cerati y te quemo el blog
No entendiste nada Anonimo, 1 en comprensión de texto.
"un engranaje más dentro de la máquina clonadora en que se ha convertido la industria musical":
Tal cual.
Anacoreta, me parece que hay otras bandas interesantes, yo todavía escucho discos, aunque no me parece un pecado bajar musica de internet lo cual es una herramienta util de difusion para nuevas bandas que en otra ocasion ni en pedo te comrarias el disco.
De todos modos me convencistes con la descripcion de esta banda, voy a bajarme el disco a ver que onda. ¿Se puede?
cualquiera anonimo!
la verdad es que la escena local aporta poco ¿o es que yo no me entero? igual la musica es global, no de un país. y si estan pasando cosas interesantes en otro lado, lo mejor es escucharlas. nunca entendi lo del fanatismo por el rock nacional y crearse idolos, pero puede que tenga más que ver con que me siento mas humano que argentino.
a mi me rompio la cabeza por mucho tiempo esta banda. su último disco es el más logrado, y espero el próximo. asi como ésta hay otras bandas vuela-bochos. para descubrirlas hay que escuchar muchas que son un bodrio, pero vale la pena. agradezco la existencia de internet para bajar discos que jamás hubiese podido escuchar: porque no se editan acá, porque es plata y porque no voy a comprar algo que no escuché.
"Encontrarse con bandas que te rompan la cabeza o te ericen la piel se ha convertido en un fenómeno cada vez menos frecuente. "
¿Porque pasa eso? Varios amigos dicen lo mismo y en youtube esta lleno de comentarios -en los videos de bandas viejas- de gente que dice "ya no hacen musica como esta anymore" y esas cosas. Sera nostalgia, mala distribucion o nos estamos yendo al carajo?
aparte aca en chile ha salido una corriente de trovadores que se podria decir que tratan de recuperar la musica del pasado y hacer musica decente y a pesar de eso no me puedo relacionar con ellos porque en muchos casos caen en la pedanteria. entonces no se cual es la solucion. no creo q sea que seamos cada vez mas mierdas como sociedad, aparte mi generacion nacio dentro de la mierda, pongamosle que nacimos con mtv y backstreet boys y etc, entonces nunca supimos como era vivir en esa epoca dorada del rock de los sesenta setentas. no tenemos comparacion aparte de bajar todos los discos y escucharlos seguidos y encontrar todo bueno en comparacion pero no tenemos la experiencia que deciai tu de comprar el disco y escucharlo por inercia hasta saberselo de memoria. no se la respuesta pero intuyo que no es porque la proporcion de musicos que rocken con el puto corazon haya disminuido en comparacion al pasado. nicagando
saludos.
jaja me exprese como el pico. sorry
Cada vez es un placer mayor leer tus reseñas y te comento que esta noche después de haberte escrito me voy a ir a dormir con este disco que ya se está bajando.
¡Es tan cierto todo lo que decís! "el ritual de comprar un disco", aha, eso sí que no puedo borrarlo de mi vida, pese a que me compro uno muy de vez en cuando...la emoción al sacarle el nylon...abrirlo y ver las imágenes...acariciar el cd hasta ponerlo y darle play y después...simplemente volar.
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